Canela
Cuando Irma y Jorge se mudaron al departamento donde casi todo era nuevo —excepto la licuadora y un juego de cubiertos, que con lágrimas en los ojos les había regalado la mamá de Irma— les pareció que quizás era demasiado grande. Confirmaban sus sospechas cada vez que no se tropezaban con algún juguete tirado en medio del pasillo o cuando se sentaban a sus anchas en el sillón de tres plazas a ver una película....